jueves, 6 de agosto de 2009

Trabajo individual de Metacognición. Sala de tres años. Prof. Carolina Barba

Desde el principio
Cuando se planteó en el colegio el trabajo sobre diversidad entendí literalmente el concepto pero, como al mismo tiempo resonaba como algo absolutamente novedoso, decidí ir a la teoría y leer acerca de ello.
“Todas las personas que conviven en la escuela son diferentes, ya que provienen de una diversidad vivida y manifiesta. La escuela es el foro donde se reúnen todas las culturas diversas que cada una de las personas que la integran llevan consigo. Se da en ella una diversidad de tipo personal que en buena medida es fruto de las experiencias propias, del contexto sociocultural y de otras causas relativas a procesos de desarrollo de cada uno. Esta diversidad se traduce en diferencia de intereses y expectativas, de elecciones sociales, de autonomía personal, de afectividad; de capacidades lógicas, psicomotrices, expresivas, memorísticas, manuales, de características y ritmos del proceso de aprendizaje, etc. Las diferencias se observan a través de los modelos de relación en los grupos, de la asimilación y dominio de las actividades de la enseñanza, de los múltiples conceptos que se dan en la vida del centro educativo. Por eso, es una realidad que lo diverso es lo habitual, lo excepcional es lo uniforme. Así, el conjunto de familias y alumnado que conviven en la escuela, forman un mosaico con características diferenciadas cuya negación sólo tiene sentido desde la comodidad o el interés por favorecer a algunos grupos concretos.
El respeto por dicha diversidad, implica interacción, intercambio, ruptura del individualismo y apertura a la solidaridad.”

Barylko Jaime: “Los valores y las virtudes”; Edit. Emecé, Bs. As., 2002, Pág 22-23
CASALA-PISANO : “Vivimos en comunidad”; Bonum, Bs. As., 2000, Pág 7
BARYLKO J: “Educar en valores”; Edit. Ameghino, Bs. As., 1999, Pág. 88-89

Esta teoría reconfirmó lo que entendía por Diversidad y empecé a ver que sin habérmelo propuesto había trabajado en ella muchas veces. Tuve la gran oportunidad de trabajar muchos años en la sala de tres que ofrecía un abanico de diferentes personalidades desde todo punto de vista, reflejadas en los alumnos. Un ejemplo muy concreto se veía cuando en dicha sala interactuaban chicos que estaban por cumplir los cuatro años y los que recién habían cumplido los tres. Este hecho me llevaba indefectiblemente a plantear la tarea de todos los días desde un lugar de Diversidad ya que las necesidades de esos chicos claramente no eran las mismas. Así mismo sucedía con los que tenían la misma edad pero un diferente nivel madurativo, que también necesitaban de tiempos diferentes. Y si ese tiempo no era respetado, algún vagón podía descarrilarse a mitad de camino. Por eso, aunque no trabajara bajo la consigna de diversidad, lo hacía bajo la consigna de que cada uno hiciera o participara en el momento indicado según las propias necesidades. También resultaba difícil en algunos momentos y seguramente el camino más fácil hubiera sido el de intentar homogeneizar el grupo. Lo que habría ocasionado que no todos pudieran seguir el mismo ritmo.

Tomar conciencia
Algo que también me hizo ruido cuando empezamos como grupo a trabajar sobre diversidad, fue recordar lo que me pasaba a mí como alumna, y fue algo que sentí muy cerca a pesar del tiempo que había pasado y me vi en la obligación de trabajar más que nunca sobre esto. ¿Por qué? Porque cuando yo iba al jardín o a la escuela primaria, las maestras nivelaban para arriba. Es decir se manejaban con un grupo en apariencia homogéneo pero esencialmente heterogéneo en sus necesidades y sus tiempos. Y el vagón, que no seguía por la misma vía que la locomotora que lo conducía, se quedaba a mitad de camino. Eso me pasó muchas veces, afectándome en mi autoestima y convenciéndome de que no iba a poder hacer lo que se me pedía, lo que me parece totalmente negativo para el desarrollo emocional de los chicos.

Aquí y ahora
Este año, también en una sala de tres, y teniendo pleno conocimiento de que llevaba la Diversidad como bandera, me sentí con mucha energía para poder aplicarla con mis nuevos alumnos. En este grupo, homogéneo a nivel socioemocional y heterogéneo a nivel de intereses y necesidades, se veía claramente la posibilidad de trabajar en Diversidad y una vez que se puso en práctica, los chicos respondían a esa modalidad sin dificultad y trabajaban en un buen clima, en el que se les respetaban los tiempos y las necesidades, como así también se los acompañaba en las dificultades que se les presentaban.
El hecho de trabajar con la maestra de la Sala de 2 por supuesto que facilitó muchísimo la tarea, ya que siendo dos, podíamos agrupar a los chicos de acuerdo a los intereses y necesidades que no siempre tenían que ver con las edades.

El semáforo y los estilos de aprendizaje
En las jornadas que se realizaron con el grupo de trabajo nos fue asignada la tarea de elegir un objetivo a seguir a lo largo del año, presentado a través del nombre de “El semáforo”, el que me fue de gran ayuda para ordenar la idea de diversidad en la sala. Cada color del semáforo indicaba lo que a cada una de nosotras le costaba mucho, poco o menos. Y el que creíamos que podíamos tomar como objetivo era aquel que nos iba a acompañar durante todo el año de trabajo con los chicos. Mi verde finalmente y sin pensarlo demasiado, fue “Estilos de aprendizaje” porque como expliqué anteriormente me parecía de suma importancia darle a cada alumno la posibilidad de adquirir lo enseñado sin pretender que todos lo hicieran del mismo modo o siguiendo un sólo estilo de aprendizaje.
En un comienzo esta tarea, contrariamente a lo que había esperado, además de resultarme apasionante me parecía compleja, ya que al ser “visual” mi estilo de aprendizaje, mi tendencia sin proponérmelo, era enseñar a través del mismo estilo.
En el momento de planificar, si bien al principio me parecía complicado, me fue de gran ayuda clasificar las distintas actividades según los estilos de aprendizaje. Eso hacía que a pesar de mi tendencia, pudiera ofrecer la misma cantidad de actividades visuales, como auditivas y kinestésicas.

La dinámica
Con la participación de la maestra de la sala de dos con quien trabajamos muchas veces en conjunto y compartimos el momento de la merienda y el parque, comenzamos a trabajar a partir de los diferentes estilos de aprendizaje intentando conocer más a los chicos, para ayudarlos y acompañarlos en el proceso de aprendizaje a lo largo del año. Lo hicimos a partir de la siguiente dinámica:
Junto a la otra maestra les contábamos que íbamos a hacer dos actividades. Les mostrábamos el material con el que se iba a trabajar y en base a eso cada chico elegía lo que quería hacer. Nos asegurábamos de que las propuestas siempre representaran dos estilos diferentes de aprendizaje. Muchos podían elegir sin ayuda y con convicción, otros no se animaban a expresar lo que querían y unos pocos copiaban al último que había hablado.
Fue una sorpresa ver que los grupos sin proponérmelo, al menos en un comienzo, eran parejos en cuanto a la cantidad, porque antes de comenzar a trabajar de esta manera creía que las elecciones no iban a ser parejas y que íbamos a tener grupos con muchos chicos y otros con pocos.
Así, de esta manera, trabajábamos entre una y dos veces por semana.

El espacio
Para llevar a cabo este proyecto reuníamos a los chicos en ronda, tal como lo hacíamos en el intercambio y les presentábamos las dos propuestas. Hacíamos una lista de acuerdo a lo que cada uno había elegido respecto a cada actividad y cada una de nosotras comenzaba a trabajar con uno de los grupos en un escenario diferente: El parque, la salas de dos y tres, el octógono, el parque de los chicos de primaria.
Los diferentes tipos de espacio propiciaban un buen clima de trabajo ya que los sacaba de la rutina de trabajar en la sala.
Algunas veces notaba que elegían las actividades de acuerdo al espacio en el que se les decía que iban a trabajar. Especialmente si éste era en el parque en donde había que hacer un esfuerzo, a veces demasiado grande, para que no se distrajeran de la actividad propuesta, lo que hizo que en otras oportunidades dejara de proponer ese espacio para trabajar.

Conclusión
En ciertos momentos sentí que me resultaba difícil elegir las actividades teniendo en cuenta los estilos de aprendizaje. Por un lado porque algunas podían ser visuales y kinestésicas al mismo tiempo (como en las grafoplásticas) y por otro porque al ser yo visual tendía, sin darme cuenta, a elegir prioritariamente actividades que tuvieran que ver con lo visual. Me resultó práctico y más fácil para trabajar tener que aclarar en la planificación a qué tipo de estilo de aprendizaje correspondían las actividades. Todavía siento que a veces me cuesta reconocer los distintos estilos, sobre todo en los casos de, por ejemplo, una actividad grafoplástica en la que se trabaja “visualmente” pero al mismo tiempo se está trabajando “con el movimiento” y es ahí dónde se me presentan las dudas. Con las auditivas me resulta más claro. Por suerte no todas las preguntas tuvieron su respuesta todavía y esto me incentiva a seguir trabajando con el mismo entusiasmo con el que comencé y seguramente me encuentre con nuevos desafíos a los que pueda responder gracias a la seguridad que estoy adquiriendo con todo lo trabajado hasta ahora.
“Ojalá existiera algún puente, que en su recorrido, nos prestara la seguridad de sus pilares.” Nosotras las docentes debemos ser esos pilares para acompañar a nuestros alumnos en su recorrido por el aprendizaje atendiendo siempre a lo que cada uno necesita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario